Llamamos comunicación estratégica a la coordinación de todos los recursos comunicacionales externos e internos de la empresa (publicidad, marketing, folletería, canales comunicativos, ambiente laboral, organigrama, distribución espacial, higiene, atención al cliente, posventa, etc.) para diferenciarnos de la competencia y lograr un lugar en la mente de los públicos que nos interesa.
La comunicación debe exceder los límites de los productos y las marcas, y ser articulada en la gestión global de la empresa.
Gestionar la comunicación estratégicamente no significa solo gestionar las comunicaciones , sino además operar sobre la compleja realidad corporativa tomando en cuenta el análisis de cultura e identidad de la organización.
La identidad corporativa define un repertorio de valores y características estables, un conjunto de aquellos atributos que la empresa decide asumir como propios para la composición de su discurso.
En toda empresa rige un patrón de comportamientos y formas tradicionales en las que sus integrantes piensan, actúan y aprenden; una óptica determinada desde la cual se interpreta la realidad y, en consecuencia, se desarrolla la cotidianeidad. A esta amalgama de pautas y conductas, valores compartidos, ideas, símbolos y normas se la denomina cultura corporativa.
La comunicación es la interacción simbólica de al menos dos participantes que comparten un código en común y responden en función del estímulo del otro. A nivel empresarial e institucional, las organizaciones se comunican hacia su interior y con su entorno. La calidad de esa interacción simbólica es un bien intangible que cada vez más es reconocido por las distintas teorías administrativas. Pero para dicha calidad sea óptima, la organización no puede darse el lujo de dejar librado al azar o la espontaneidad los mensajes que envía hacia sus distintos públicos. Ser espontáneo, irreverente y hasta contradictorio, puede ser muy bueno para la vida cotidiana de las personas, pero una organización necesita planificar todas sus acciones comunicativas de modo que conserven una coherencia simbólica que guíe hacia los objetivos de la institución.
Cada público tiene necesidades, expectativas y lenguajes propios, esto hace necesario elaborar una mezcla de medios y mensajes, ya que un solo mensaje no será eficaz en todos los públicos.
Para finalizar, recordar que la gestión de la imagen, dentro de la cual incluimos la comunicación estratégica, ya no debe ser tomada como una excentricidad que solo pueden o deben practicar las empresas grandes de los países desarrollados. Hoy, es una necesidad vital para cualquier organización que desee asegurar su existencia y optimo funcionamiento.
Para seguir lleyendo les recomiendo el libro: Comunicación estratégica
Daniel Scheinsohn
Granica
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