Cada uno de nosotros tiene sus creencias, sus valores, sus convicciones morales, su forma de ver las cosas.
Hay trabajadores que no descansan hasta hacer las cosas bien, y no lo hacen por brillar sino por quedarse satisfechos.
Los jefes que celebran el talento de sus subordinados y lo aprovechan en beneficio colectivo contribuyen a la deseable comunicación.