Cada uno de nosotros tiene sus creencias, sus valores, sus convicciones morales, su forma de ver las cosas.
Hay trabajadores que no descansan hasta hacer las cosas bien, y no lo hacen por brillar sino por quedarse satisfechos.
Los jefes que celebran el talento de sus subordinados y lo aprovechan en beneficio colectivo contribuyen a la deseable comunicación.
Una posición común ante la calidad resulta en efecto catalizadora de la comunicación; como, asimismo, una posición común ante la profesionalidad, el aprendizaje permanente, las metas a perseguir, los medios y recursos a utilizar, la satisfacción del cliente…
De la comunicación podemos decir que se beneficia de mentalidades en sintonía, y que, a la vez, contribuye a sintonizar o alinear los modelos mentales; pero esto sólo es posible cuando, hábiles en la conversación, la flexibilidad nos permite ajustar aquellos sin perjuicio de los principios y valores propios de la empresa.
Obviamente, la comunicación es más sencilla entre personalidades del mismo tipo.
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