jueves, 28 de enero de 2010

Mentoras


Son empresarias y directivas de empresas multinacionales que llegaron a lo más alto de su carrera y decidieron compartir sus experiencias con jóvenes que están dando sus primeros pasos.

Aqui se reunen a cinco mujeres líderes, para que cuenten cómo fue enseñarles a otras mujeres cuál es y cómo se transita el camino hacia la cima de una carrera teniendo en cuenta el género.



Guadalupe Del Canto (31). Es psicóloga y gerenta de recursos humanos de CH2M HILL, una empresa de ingeniería y construcción. “En pocos años logré hacer una carrera interesante, con responsabilidades crecientes en distintas empresas multinacionales, a pesar de la edad y muchas veces también a pesar de ser mujer. Trabajé en compañías en las que el 90% eran hombres y fui haciéndome un espacio a través del trabajo y de los resultados. Lo importante siempre es demostrar que una puede hacer bien las cosas y, además, es fundamental aprovechar la importancia que tiene ser mujer y aprovechar la sensibilidad… Somos muy perseverantes y podemos ponernos en el lugar del otro con facilidad. Cuando aparecen conflictos, somos muy buenas mediadoras. Siempre creí en los desafíos y nunca elegí el camino fácil. El complemento fue mi base: soy mujer en un ámbito masculino, soy psicóloga en entornos duros. Siempre sentí que podía aportar algo diferente y desde ahí lograr cosas importantes”, destaca y agrega: “Logré que mi mentee pudiera verme actuar y participara. Estuvo en reuniones muy difíciles, vivió asuntos divertidos y siguió proyectos súper interesantes. Mi intención fue que supiera que en una carrera profesional se atraviesan diferentes etapas y proyectos, y que en cada uno de ellos hay que dar siempre lo mejor de sí. El mentoring permite enseñar, pero al mismo tiempo es una buena oportunidad para seguir aprendiendo”.



Débora Gelpi (40). Es gerenta de recursos humanos de la empresa de indumentaria Hanesbrands Argentina. Está casada y tiene un hijo de 2 años. “Las mujeres tenemos mucho que hacer por el liderazgo. Aún nos falta desarrollar algunas habilidades y por eso, brindarle esta oportunidad a alguien me pareció un aporte fundamental. Mi mentee fue una empresaria cordobesa que tiene un emprendimiento de ropa. Hizo un gran esfuerzo para participar y me hizo sentir orgullosa de ser su mentora. Aprendí mucho de ella y de mí. El trabajo en red es una gran oportunidad para quienes recién arrancan –dice esta licenciada en relaciones humanas y públicas–. El aspecto personal es muy importante. Hay que tener seguridad, buen manejo y habilidades de negociación e interacción. Hubo un cambio en los últimos 10 años. Hoy, de las ocho personas más importantes de mi compañía, cinco somos mujeres”, cuenta. Y puntualiza: “No hay que hablar de género, sino apoyarse en las habilidades que tiene cada uno. Hoy la diversidad es muy valorada porque da un pool de opiniones. En mi caso, siempre tuve en claro hacia dónde quería ir. Eso se va construyendo con tiempo, constancia y aprendizaje. Y la maternidad tiene que ver: generalmente, las ejecutivas la postergamos porque tenemos responsabilidades, viajes… Pero ser madre es parte de la habilidad que una tiene que desarrollar”.



Soledad Echagüe (36). Es directora de Asuntos Públicos para la región sur de América Latina de Dow, una empresa multinacional especializada en agroquímicos. “Enseguida me interesó el programa de mentoring. Estoy rodeada de ingenieros, la mayoría hombres, y mi idea era transmitir mi experiencia a otras mujeres que viven o van a vivir situaciones similares. Nosotras tenemos que posicionarnos en circuitos históricamente masculinos y es bueno saber cómo hacerlo. Hay que compartir esa experiencia y enseñar cómo conviene actuar en situaciones de liderazgo. Tiene que ver con reconocer que una es mujer, que es distinta de sus compañeros y que hay que aprender a disfrutarlo y ser feliz con esa condición. Y hay que construir relaciones distintas: no juego al fútbol con mis compañeros después del trabajo, pero encuentro otros espacios para integrarme –señala Soledad, comunicadora de negocios que trabaja en Dow desde 1996–. En ningún momento quise parecerme a un hombre. Vi muchas veces ese modelo y no me gusta: la mujer tiene grandes cosas para aportar. Pero no se puede enseñar el éxito. No me considero una líder, sólo hice una carrera interesante. Lo que a mi mentee más le gustó fue que no me pusiera a explicarle cómo son las cosas con un pizarrón y una tiza. Sólo le expliqué qué forma de trabajar me había funcionado y le recomendé probar esa, y otras maneras”.



Andrea Grobocopatel (45). Es directora del Grupo Los Grobo, una empresa familiar dedicada a la agroindustria. Está casada y tiene 4 hijos adolescentes. “Soy afortunada, en la vida me tocó de todo. Soy madre de mellizos, otra de mis hijas está en silla de ruedas. Por eso sentí que el mentoreo era una buena oportunidad para compartir mis propios aprendizajes –reflexiona esta licenciada en economía de la UBA–. Pertenezco al 5% de las mujeres latinoamericanas que tenemos títulos universitarios y somos parte del directorio de una compañía. Vivo en Carlos Casares y vengo mucho a Capital Federal. Mi aporte fue federalizar el proyecto. Todas necesitamos conectarnos con otras realidades”. Sobre Voces Vitales opina: “Me pareció interesante compartir lo que aprendí, llegó el momento de dar. Aprendí mucho con las mentees porque soy muy ejecutiva y tuve que conceptualizar para responder a sus preguntas. Fue bueno porque las chicas querían saber cosas de mi vida y entonces les presenté a mis hijos. La mayor fue contundente: ‘Si vas a trabajar tanto como mi mamá, a lo mejor te conviene no tener más de dos hijos’, les aconsejó. Lo fundamental es una buena oportunidad para contagiar: si todas colaboramos en transmitirles nuestras experiencias a otras mujeres, vamos a lograr el país que necesitamos para nosotros y nuestros hijos”.






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